jueves, 1 de agosto de 2013

Algo de psicología: frustración y tolerancia


La frustración es una respuesta emocional que surge cuando no logramos lo que deseamos, y se manifiesta con el enfado, la depresión, la tristeza, la ira, la irritabilidad o la ansiedad. Creemos equivocadamente que nuestra vida debe ser fácil y lo más placentera posible, y esto choca inevitablemente con la realidad. Una actitud así hace que se abandonen proyectos personales o ciertas situaciones porque no sabemos cómo afrontarlas sin angustiarnos.


La satisfacción instantánea es un gran engaño y puede ser muy destructiva en la medida en que nos hace desechar aquellas cosas que necesitan tiempo para evolucionar en favor de aquello que proporciona una solución rápida –aun siendo dañino para nosotros–. La frustración es algo natural en nuestro día a día, por lo tanto no es la frustración lo que nos hace sentirnos mal, sino nuestra actitud –tolerancia–  hacia la frustración. Afortunadamente el mundo no se mueve conforme a nuestros caprichos, y cuando no podemos salirnos con la nuestra y nos encontramos con la frustración, siempre hay una solución, otro camino alternativo a la tristeza o al enfado.

El desarrollo de la tolerancia a la frustración comienza en nuestra infancia. Cuando el niño quiere las cosas, las quiere ahora, ya que no maneja bien el concepto del tiempo ni es capaz de pensar en los deseos y las necesidades de los demás. No obtener lo que desean le genera impotencia, y cuando los padres satisfacen inmediatamente sus deseos, están arrebatándole al niño la posibilidad de aprender a lidiar con la molestia de que las cosas no siempre son a gusto de uno. Un ambiente sobreprotector nos puede llegar a confundir sobre lo que deseamos y lo que necesitamos. Esta línea desemboca en el desarrollo de la impulsividad, lo que nos incapacita para saber manejar los tiempos y la espera. Cuando no se ha educado en la frustración, la entrada en la edad adulta suele venir acompañada de infantilismo, caprichos, egocentrismo, falta de control e inestabilidad emocional.

La baja tolerancia a la frustración es un concepto de la psicología cognitiva que fue desarrollado por el psicólogo Albert Ellis a partir de los años 60’s. Ciertamente, no estoy muy de acuerdo con la obra de Ellis, aunque comparto ampliamente alguno de sus trabajos sobre la Terapia Racional Emotiva Conductual (TREC), y en concreto su aportación sobre la baja tolerancia a la frustración, que afortunadamente se está empezado a trabajar (50 años más tarde) en colegios y escuelas de padres.

Las personas con baja tolerancia a la frustración tienen creencias irracionales, reglas rígidas que regulan su vida mantienen unas expectativas poco realistas. Estas personas tienen una especial tendencia a querer controlar los eventos de su vida y las personas, y cuando no lo consiguen sufren fuertes sentimientos de depresión y desesperación junto a sus creencias irracionales de “cómo debería ser la vida”. Además, tienen a caer en el fenómeno de la catastrofización, realimentando aún más el sentimiento de que la persona no tiene control sobre su vida.

La tendencia más habitual que se origina es la conducta de evasión. Se buscan “parches” que hagan olvidar la realidad incontrolable. Sin embargo las huidas alivian la ansiedad temporalmente, pero a largo plazo empeoran la calidad de vida de la persona. 

Como dije anteriormente, el trabajo de la tolerancia a la frustración debe comenzar en la infancia como una habilidad que hay que desarrollar. Quizás merezca la pena profundizar más el tema en próximas entradas, por ahora, dejo algunos tips para su trabajo con adultos.

  • Ahorrar antes de comprarse algo
  • Darse cuenta de que no pasa nada por sentirse mal un rato
  • Terminar lo que se empieza
  • Aceptar lo que no se puede cambiar
  • Contar con que nada es “horrible”, y que la situación siempre puede ser mucho peor
  • Proponerse metas a largo plazo
  • Ponerse límites
  • Aprender a relajarse
  • Reforzar positivamente la tolerancia a la frustración (premios)
  • Evitar gastos importantes que no sean estrictamente necesarios


«Enquistarse en la soledad y la frustración, quejarse constantemente y continuamente de las desdichas y tragedias que nos acosan y no hacer absolutamente nada para modificar aquellas situaciones que nos angustian es un camino certero y seguro hacia la depresión. Camino, por supuesto, que es recorrido a solas»
Erich Fromm (psicólogo alemán)


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