jueves, 18 de julio de 2013

Steve Jobs, Kierkegaard y la vida hacia atrás



Los que sean aficionados a las nuevas tecnologías seguro que conocen bien la figura de Steve Jobs. Fundó Apple en 1976 con 21 años junto con su amigo Stephen Wozniak en el garaje de su casa. Cinco años más tarde, Apple cotizaba en bolsa y Steve Jobs era millonario. La historia de su vida es turbulenta y apasionante. Fue sin duda un genio, un emprendedor y un visionario, y su forma de fusionar diseño, tecnología y mercado ha hecho historia.


En el año 2005 pronunció un célebre discurso en la Universidad de Stanford en el que cuenta tres interesantes historias. La primera de ellas sobre 'conectar los puntos', la segunda sobre 'el amor y la pérdida', y la tercera 'sobre la muerte'. En la primera, describe algunos hechos que ocurrieron en el trascurso de su vida, como el ser adoptado, su experiencia en la Universidad –nunca se graduó– o cómo unas clases de tipografía que tomó 'accidentalmente' influyeron en el diseño del Mac. Llama a esos sucesos y decisiones 'puntos', y los califica de inconexos en el tiempo presente, pero conectables hacia el pasado. Por eso dice:
«Lo diré otra vez: no puedes conectar los puntos hacia adelante, sólo puedes hacerlo hacia atrás. Así que tenéis que confiar en que los puntos se conectarán alguna vez en el futuro. Tienes que confiar en algo, tu instinto, el destino, la vida, el karma, lo que sea.»


Soren Kierkegaard nació en Dinamarca en 1813. Fue un prolífico filósofo del movimiento existencialista. Esta corriente se caracteriza por criticar la filosofía tradicional y dirigir su discurso hacia la existencia humana, la libertad, la responsabilidad, y sobre todo hacia el sentido de la vida. 

En 1945 escribe bajo pseudónimo su obra más conocida: Estadios en el camino de la vida, y describe los planos de existencia en los que el hombre puede vivir: estético, cuyo valor fundamental es el placer; ético, cuyo valor fundamental es el deber; y religioso, cuyo valor fundamental es el amor. Estos estadios son graduales, y no progresar de un estadio a otro por un mal uso de nuestra libertad, genera angustia y desesperación.

Kierkegaard escribe e sus diarios:

«Es muy cierto lo que la filosofía dice: la vida sólo puede ser comprendida mirando hacia atrás, pero uno se olvida del otro principio, que ha de ser vivida mirando hacia adelante.»
Llegados a este punto, vemos la convergencia de Kierkegaard y Steve Jobs. Y no es distinta a la conclusión a la que llegan todos los que reflexionan sobre su existencia. El hombre descubre 'hacia atrás' un sendero en su caminar por la vida mediante unos puntos que de alguna manera lo llaman a descubrir y a ocupar un lugar en el mundo. En este sendero encuentra obstáculos y puentes, desvíos y encrucijadas. Camina de día y de noche, bajo las estrellas o en la más profunda oscuridad. 

Algunos puntos vienen dados o impuestos, otros simplemente aparecen, y la mayoría son fruto de decisiones libres. En esos hitos acontece la providencia, que la tradición judeo-cristiana ha definido como el cuidado amoroso que Dios tiene de todas las cosas, especialmente de los hombres, de manera que con la colaboración de la libertad humana, Dios lleva a cabo la perfección de su creación.

Parar y querer reflexionar sobre esos 'puntos' del camino es profundizar en nuestra vida, –'complicarse' la vida–. Es algo verdaderamente humano ¡y una tarea apasionante!  Muchas veces no los comprenderemos, pero nada pasa por casualidad. Incluso los errores y el mal, –no deseado, pero permitido– se pueden reconducir hacia el bien. Descubrir esto, saberse frágil y falible, es moverse entre rosas y espinas, y está bien que sea así. Kierkegaard daba un valor positivo a esa angustia. Una vocación que alguien nos pusiera por delante de forma clara y contractual iría en contra de nuestra libertad. Un camino no puede ser impuesto, sino descubierto. Viktor Frankl decía:

«es esa libertad espiritual que no se nos puede arrebatar, lo que hace que la vida tenga sentido y propósito.»

Steve Jobs creía que los puntos se unirían, y esto le daba confianza y marcó la diferencia en su vida. Dejó patente cómo el ser humano, creyente o no, es capaz de encontrarse con lo trascendente y de atravesar la puerta que abre la frontera de nuestro mundo. La visión cristiana aporta luz y profundidad sobre el designio divino y la vocación. Los puntos sólo se conectan hacia atrás, pero la vida hay que vivirla hacia delante.

Discurso de Steve Jobs en la Universidad de Stanford, 2005

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